Si de algo debemos estar siempre seguros es que todos los seres humanos, sin excepción alguna, somos seres en comunicación. Esta no es una expresión que busca establecer como categórico algo que a más de alguno pueda parecer evidente y por lo tanto redundante. No es ese el sentido de lo que sustento al inicio de esta reflexión. La intención de hacer precisa la comunicación como cualidad y condición inherente al ser humano, me resulta una necesaria precaución para comprender lo que luego me permito señalar: en la medida que opera el sistema de comunicación en que participamos, como seres más o menos conscientes y más o menos sensibles, y la naturaleza y calidad de los elementos que nutren y desarrollan esa comunicación, así serán nuestras posibilidades de contar con las condiciones más o menos favorables para que dicha comunicación nos desarrolle y por lo mismo tengamos las mejores y mayores oportunidades de alcanzar la plenitud existencial.
Esto no es ni un juego de palabras ni un enunciado pretencioso para dificultar la comprensión de lo que considero es fundamental para saber si una puede o no tener garantías objetivas de llegar a ser lo que pretende ser o lo que uno suponer que puede llegar a ser. Como se verá a continuación, este ejercicio puede ser de mucha utilidad para resolver un progblema crucial de cada individuo como tal y de un grupo humano como suma de la interacción de los individuos que lo integran...
La comunicación no es sólo un complejo sistema de mensajes, en que interactúa un agente emisor y un agente receptor, unitario y masivo en cualquiera de las dos funciones, sino, más complejo aún, una dimensión en la que también participan percepciones, suposiciones, tergiversaciones, ingenuidades y malas-intenciones, entre otros aspectos eminentemente subjetivos que pueden hacer que el ir y venir de los mensajes tengan todos los sesgos positivos, negativos, innocuos e irrelevantes o supuestamente positivos y supuestamente negativos, como infinidad de casos sobradamente pueden ejemplificar.
A lo que pretendo llegar al final de este ejercicio es plantear que en una sociedad, en cualquier grupo humano, la comunicación es un factor determinante en el destino de cada individuo que lo integra, sea este o no consciente de sus factores de incidencia, ni tenga idea alguna de las intenciones de esa incidencia por parte de quienes de manera cada vez más abstracta diseñan, establecen y hacen funcionar esa complejidad comunicativa.
Para hacer cómodo el enfoque desde lo que es más evidente, podemos decir que algunos de los más influyentes medios de comunicación que imbuyen una sociedad como la nuestra son la prensa, la radio, la televisión, el cine y la publicidad, en sus diversas formas: impresas, escénicas, virtuales y todas aquellas otras que puedan existir. El individuo y la masa no sólo cumplen una función receptiva a los efectos de esos medios sino, aquí mi planteamiento de fondo, cumplen la más crucial y quizá devastadora función: se constituyen en multiplicadores de esos mensajes, en todas las posibilidades que positiva o negativamente puedan incidir: se puede aceptar y conceder validez a una falsedad o un equívoco; se pueden auspiciar expectativas ante la seducción de algún mensaje, sin que para ello exista certeza y por lo mismo credibilidad y confianza; se puede generar pesadumbre, irritabilidad o desconcierto, ante una percepción errónea de hechos sucedidos o no; se puede ocasionar hostilidad, agresividad y peligro frente a una persona, hecho o situación supuestos; se puede provocar una conmoción, afectiva o demoledora, ante lo que se desconoce o se teme conocer...
La realidad del día a día presenta todos los ejemplos posibles...
Nos enteramos por las diversas fuentes noticiosas de aquí y el mundo de la criminalidad salvaje que asuela cualquier rincón habitado. Conclusión: nunca ha habido mayor maldad y regusto por lo cruel sobre la tierra que en los tiempos que nos ha tocado vivir. También nos enteramos del cambio climático y sus efectos devastadores que ha ocasionado tantas víctimas en los lugares más dispares. Conclusión: el planeta se encuentra en tan alarmante estado de desquicio y destrucción que nadie asegura que una próxima generación pueda sobrevivir más allá del caos natural que se avecina... Los actos de irresponsabilidad delictuosa de quienes ostentan o detentan la autoridad, dondequiera que se encuentren, generan en la sociedad todo irrespeto por la ley y la investidura de la autoridad: se señala a políticos, empresarios, funcionarios de estado, líderes religiosos, magistrados de conciencia, dirigentes deportivos y un gran etcétera... Conclusión: ante tanta injusticia, abuso de la autoridad, corrupción e impunidad, cada vez el desquicio social es mayor y resulta más excepcional quién se somete al respeto de la ley y sustenta su existencia en principios éticos y valores morales... Dondequiera se deplora el irrespeto a la autoridad y la integridad de la persona... A toda hora cualquier exceso tiene consecuencias mortales: la velocidad, la droga, la ambición, el rencor, el odio, la angustia, el miedo... Y todo es noticia y todo nos presenta un mundo desquiciado, destrozado, sin redención alguna...
Son los medios de comunicación los que portan información exhaustiva sobre todos estos casos que son noticia que nos llega y se queda con nosotros. Cada día... Todos los días... Y aquello suma abrumadoramente, hasta el desborde que aniquila y hace que cada día haya más más desaliento, más depresión, más fracasos, más suicidas... Cada vez resulta más desesperanzada la existencia. Por qué puede valer la pena vivir en un mundo así... "Qué será de las nuevas generaciones", se oye la más frecuente lamentación... Y en medio de nuestro más produndo desconsuelo, todos somos multiplicadores de ese mensaje que satura, abruma y resquebraja toda valentía y toda ilusión por un mundo mejor... Qué hay de la solidaridad entre humanos... Dónde queda la capacidad de servir... Qué ha sido de la fortaleza de la fe, si las religiones mismas resienten cada día más lo verosímil de sus promesas trascendentales. En los sectores religiosos cada vez hay más practicantes del ritual que convictos por la fe...
miércoles, 25 de febrero de 2009
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