viernes, 13 de febrero de 2009

EL TIEMPO LIBRE...

Cuál tiempo libre...? Existe...? Cada uno de nosotros puede asegurar que dispone de él...? Cada cuánto...? Cada día, cada semana, cada mes, cada año...?
Muchas preguntas que hay que saber responder... Y cada quien tiene las propias... Sin embargo, cuando ciertos técnicos especialistas concluyen y disertan sobre el tiempo libre y, más aún, el uso constructivo del tiempo libre, cabe también cuestionarse si entre todos podemos aportar elementos que definan de una manera básica y por lo mismo certera en qué consiste ese concepto...
Lo primero que me correspondería decirme a mí mismo, que es como creo que corresponde referirse a todo cuanto implique una reflexión -es decir: para comenzar cada quien con su conciencia y con su pensamiento-, es que en cuanto al tiempo real, ese que siguen su curso los relojes, nos pertenece y no nos pertenece. En cuanto al tiempo ideal, de ese que hablaba el ilustre Jorge Luis Borges, es un tema de otra naturaleza pero que podemos y debemos implicarlo en algún momento.
El tiempo real... Podemos coincidir en que nos corresponde vivir un año calendario compuesto por 365 días y cuando es bisiesto, 366, cada cuatro años. Los segundos que se van agregando anualmente es algo irrelevante en esta reflexión. Luego de poner atención a la cantidad de días anuales, resulta que disponemos de doce meses, algo así como 52 semanas, si tomamos en cuenta que hay un mes de 28 0 29 días y otros de 30 y 31 días. Si ponemos atención a uno solo de esos días, resulta también que estamos ante 24 horas, de 60 minutos cada una y 60 segundos cada minuto. Otro cálculo más preciso es innecesario en este punto. Y si combinamos días con semanas, pues encontraremos que tenemos cinco días llamados hábiles y dos inhábiles, es decir sábado y domingo, aunque habrá que ver para quién pueden resultar más hábiles que inhábiles.
Al momento estamos manejando sencillamente datos descriptivos del cómputo del tiempo. Pero..., si comenzamos a involucrar lo que ese cómputo significa en la vida personal de cada uno de nosotros, la dimensión del tiempo es otra.
Buscándole otra explicación al tiempo en nuestra vida, no resulta igual la comprensión que de él pueda tenerse según la edad de la persona, su origen y procedencia, el ámbito familiar y social en que vive; su ocupación, oficio o profesión; si tal persona es soltera, casada, divorciada, vuelta a casar, viuda, gay, lesbiana, fraile o monja... y todo lo que se nos ocurra. Como ya podemos advertir, las respuestas a las preguntas iniciales no son fáciles de encontrar. Dicho de una manera sencilla, cada quien concibe su existencia y con ello la significación del tiempo, conforme principios, valores, creencias y circunstancias tan diversas, que a cada quien corresponde formular sus propias consideraciones al respecto. Por supuesto, muchos viven la vida sin conciencia y por lo mismo es cuestión de filosofía inútil tratar de desentrañar significaciones como el de este concepto que nos ocupa. Aquello de nacer, crecer, multiplicarse y después morir, muchos lo cumplen con toda exactitud como cualquier otra especie viva de la naturaleza.
En cuanto al uso del tiempo, cada quien sabe, según sus prioridades, necesidades o urgencias, de qué manera se conduce durante una jornada diaria, por ejemplo. Y si partimos de esa unidad como ejemplo, no resultará lo mismo para un estudiante o un trabajador, desplazarse muy de mañana a su lugar de destino, si vive más o menos lejos, si tiene medio de transporte accesible y eficiente o no. (En este punto no quiero ni siquiera pensar en atascos para los capitalinos o cualquier adversidad en ruta para cualquier guatemalteco, dondequiera que se encuentre. Dentro del territorio nacional, por supuesto.)
Todos tenemos prácticas cotidianas muy diversas. Algunas son de tal rutina y necesidad que muchos podremos ser coincidentes. En la hora de levantarnos, no mucho. En los aseos personales, no todos. En los horarios laborales o de estudio, bastantes. En tomar los alimentos en tres tiempos considerados lo habitual, también bastantes. En la cantidad de horas destinadas para dejar nuestros hogares y volver, la mayoría coincidiremos en lo extenuante e irrecuperable del tiempo que se esfuma. En las horas de dormir, por cuestiones de conveniencia, necesidad, costumbre o mala costumbre, todos tendremos muchas diferencias. Lo cierto es que vueltos a casa, nos quedamos tomando un respiro, en general pensando ya en lo que toca a la mañana siguiente, y vuelta a comenzar... Mientras, ni siquiera habremos tenido curiosidad o motivo para decirnos en qué consiste el tiempo libre y de qué manera nos incumbe a cada uno...
Como no pretendo ser tan exhaustivo en este análisis, sino tan solo saber a qué nos atenemos, propongo mejor una síntesis; para lo cual sería mejor decirnos de qué tiempo, en un día o una semana, podemos disponer a nuestro antojo, luego de lo que obligatoriamente nos consume toda responsabilidad a nuestro cargo...
Creo que para llegar a esto es bueno considerar qué es y no es importante en nuestro actuar diario. Creo que muchos de nosotros siempre estamos haciendo algo, sin ponderar su importancia o su sentido de oportunidad. Creo que muchos de nosotros tenemos la noción equivocada que la vida es estar haciendo algo, siempre... Y la vida no es eso. La vida implica un uso racional del tiempo, de acuerdo con lo que nos es inherente hasta la imposibilidad y aquello que nos causa interés y gusto. En tal sentido, mejor haremos en establecer cuánto debemos hacer y cuánto tiempo debemos dedicar a ello. De esa manera resultará más objetivamente confiable reservarnos aquellos minutos o aquellas horas que realmente estén a nuestra disposición para lo que nuestra voluntad en pleno y mejor si nuestra actitud creativa nos demanda. Cuántas veces se escucha decir "Tengo tanto que hacer que no me alcanza el tiempo..." o "No sé en qué se me va el tiempo y no he hecho lo que quería..." Así es: ha faltado conciencia del uso del tiempo y disciplina para aprovecharlo.
La vida es cuestión de metas y disposición para cumplirlas. Habrá que ponerlo a prueba cada uno de nosotros, pero estoy convencido que sólo precisando qué debemos y qué queremos hacer será posible suponer cuánto de nuestra vida se requiere, cada día, cada mes, cada año... Cuando podamos advertir que hay un tiempo no comprometido que queda a nuestra disposición, ese será el tiempo libre que podremos invertir en lo que sea crecer y enriquecernos. En resumidas cuentas, quien se queje que no dispone de tiempo o que el tiempo no le alcanza, lo más seguro es que lo desperdicia sin saberlo.
Y en qué podríamos aprovechar esos márgenes de vida disponibles...? Pues hay muchísimo por hacer, pero no todo se puede hacer... La vida tiene un límite y por eso una de las responsabilidades más grandes que debemos asumir es no sólo cómo aprovechar el tiempo libre que pueda quedarnos, sino todo el tiempo de nuestra vida... Que nunca supimos cuándo comenzó y nunca sabremos cuándo va a terminar...

No hay comentarios: