domingo, 1 de febrero de 2009

HAY FESTIVAL... VOZIMAGEN DE JUANES Y MIGUEL BOSÉ...

Llegué a Cartagena de Indias el mismo día que comenzaba el HAY FESTIVAL... El vuelo desdo Bototá duró alrededor de una hora, una mañana luminosa que amanecí muy desvelado e incómodo por haberme quedado en un hotel cuya ventana daba a un costado de la Embajada de los Estados Unidos de Obama, aunque me imagino que después de ocho años de gobierno del extinto tejano las odiosas costumbres diplomáticas siguen siendo las mismas. En resumen: mantener el control de este estratégico país con vista a toda Sudamérica y El Caribe, y por lo mismo con la enorme responsabilidad de salvaguardar la vida de su caporal el campo colombiano que lleva por nombre Álvaro Uribe...
Por el contrario, si algo me redimió de mis pecados mañaneros de pensamiento, palabra, obra y omisión fue encontrarme en todo momento con esa sensación de cordialidad que siempre me ha encantado de los colombianos. Al bajar del avión, el primer sobresalto fue el clima. Luego del frío de la capital, fue un verdadero sopetón el que sentí con los veintiocho o treinta grados en que nos hemos mantenido hasta este momento... Claro, el aire acondicionado se encuentra en todo espacio cerrado, pero no basta para aligerar el agobio de las largas horas de cada jornada en el ambiente abrasador cartagenero. Por eso es que por todas partes se ofrecen refrescos naturales, con suficiente hielo, aguas gaseosas y rapadas, es decir nuestras granizadas. Por todas partes y en todo momento, por supuesto, estoy consumiendo canta bebida fría encuentro. Los oculistas me recomendaron no ir al sauna mientras dura la recuperación del ojo que me operaron, pero este calor ha sido suficiente para sudar día y noche a chorros, por todas partes. No exagero... Además, por el hecho de estar más o menos formalmente vestido, la ropa me resulta más incandescente. Quizá por un juego de contrarios, no dejo de poner toda la atención que merecen las aireadas ropas de jóvenes y viejas que lucen unas telas tan livianas y a veces tan trasparentes, que no es necesario adivinar la combinación de colores de su ropa interior. Hombres y mujeres caminan con pantalones cutos, faldas cortísimas, sandalias ligerísimas, cabellos sueltos, blusas desmangadas o blusas que parecen sostenes.
Me gozo hacer colas para comprar boletos o para entrar a los espacios de las actividades que se realizan. Es la manera más directa y tumultuosa de toparse con tanta belleza semidesnuda. Recorro con la mirada desde la delgada suela de una zapatilla y voy subiendo constantemente hasta llegar a un borde de tela, y parece un eterno recorrido por pieles delicadas, frescas y suaves, en todas las tonalidades que uno pueda imaginar y con todas las texturas que uno puede suponer. Pecata mundi... De ahí me atrevo a reconocer a la dueña de este pedestal y descubro todas las intenciones de las miradas, todos los colores de pupila que puedan existir, todos los diseños naturales o mesurados de pestañas y cejas que la moda de hoy y de siempre haya podido sugerir. La armonía de los rasgos, la sabiduría en el cuidado de la imagen y el gesto. Esta es una enciclopedia viva donde se puede aprender todo cuanto existe sobre la naturaleza y el desarrollo de los encantos de la mujer, en este rincón del mundo que se llama Cartagena de Indias...
Pues ha sido durante la presentación inaugural del HAY FESTIVAL donde ha concurrido lo más espléndido de esta muestra del glamour turístico que ha atraído el afamado encuentro literario en que me encuentro. Y como ha sido un asunto de moda, la convocatoria estuvo a cargo de ese par de voces que ya viven la aureola del mito: Juanes y Miguel Bosé. Por supuesto, ni me interesan ni me agradan. Me parecen un par de figuras que el mercadeo y la publicidad han construido como sujetos de consumo masivo a través de una música sosa, facilonga y fresa, para utilizar una aplicación del nombre de una fruta tan exquisita, con lo que se quiere decir medio frívolo o medio snob... Fue, pues, en el diálogo inaugural del evento que estuvieron presentes estos dos amigos entre sí, para presentarse ocupados en "discutir" sobre temas como la crítica, el porqué de su música, su opinión del mundo de hoy... Y aquí estuvo ese mundo perfumado con todo el derroche de la moda bajo el sol, aplaudiendo las ocurrencias del par de divos que igual que bromeaban, decían sus pensamientos categóricos o cantaban a dúo o solos fragmentos de sus canciones. Comenzaban cuando les daba la gana e igual paraban. Y todo el mundo aplaudía y reía y los aclamaba. Yo apenas aplaudía, sólo para no poner incómoda mi relación circunstancial con mis vecinos de butaca. No me interesaba parecer un vecino tonto o extraño. Pero debo decir que yo no estaba en la sala del hermoso Teatro Heredia que agota con su barroquismo. No. Como no me interesaba el evento, sencillamete no compré boleto y sólo fui a curiosear para ver cómo comenzaba el HAY FESTIVAL... Sin embargo, picado por la inquietud, advertí que en este viejo edificio, a veinte pasos de la entrada principal del teatro, había una entrada franqueada por unos jóvenes vestidos con iguales uniformes azules que todos los que están involucrados en las atenciones del público. Me acerqué a la muchacha más bonita, sonriente y de falta más corta y ajustada que ví y le dije que no tenía entrada para la actividad. Le pregunté que a dónde se iba por esa puerta y me explicó que era para el claustro del edificio, en cuyo segundo piso iba a haber una proyección digital simultánea sobre la actividad del teatro. Tuve el impulso de no perderme la experiencia y le dije si podía entrar. Me dijo en un tono simpático que el acceso era sólo para estudiantes. Le dije que yo era un estudiante. Entonces sencillamente me dijo que entrara...
No hubo artritis ni fibromialgia que me impidiera subir de dos en dos las enormes escalinatas interiores, hasta llegar al segundo piso donde en un salón amplio, relativamente fresco y en penumbra, había al fondo la proyección de todo el escenario del Teatro Heredia y apenas una veintena de estudiantes estaban medio atentos al diálogo. Lo "ví" todo con creciente interés y disfruté la vivencia. Creo que me agradó el hecho de no habérmelo perdido sin pagar nada y ver a este par de figuras virtuales como siempre se les ha podido ver en los últimos tiempos: virtualmente. Esa es ahora su naturaleza y así estuvo tener el "encuentro" con ellos.
Después de lo que he visto en las conferencias y entrevistas con los grandes escritores invitados, resulta que ha sido este encuentro con Juanes y Miguel Bosé el que más concurrencia ha tenido. Creo que es una confiable muestra de cómo funcionan los mensajes del mercadeo de las "estrellas" y el gusto que se ha construido en las masas humanas, por femeninas, refinadas, cuidadas, hermosas, apetecibles, próximas, inteligentes, sensibles, emotivas y adorables que hayan discurrido ante mis ojos de cincuentón bisbirindo...

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