miércoles, 18 de febrero de 2009

RICARDO ARJONA ME DEBE UN CONCIERTO...

Cada principio de año plantea grandes desafíos para todos los que nos sentimos responsables de vivir una vida digna. Lo primero es disponer de un trabajo que nos permita satisfacer las necesidades básicas y, si algo va quedando, ver de qué manera podemos darnos mayores gustos y comodidades. La presión que ejerce sobre nosotros el consumismo nos hace más que difícil discernir entre lo que es prioritario y lo que es suntuario. Así que mientras más holgura económica tengamos menos tensión provocan los deleites a que nos invita el mercadeo y el comercio. Por lo mismo pienso con especial preocupación en ese oleaje de jóvenes que luego de culminar sus estudios el año anterior, sean estos del nivel medio o universitario, con cuánto entusiasmo y esperanza tratan de lograr una ocupación laboral que sustente sus nuevos roles en la vida productiva que sus derechos y obligaciones les ubican en una sociedad como la nuestra. Cada vez resulta más difícil encontrar un´punto de apoyo que permita ...
Esa misma experiencia me tocó...
Pero entonces resultaba menos difícil encontrar un puesto de trabajo. Sorteando las dificultades que se me cruzaron en el camino, un buen día me sonrió la fortuna y tuve en mis manos un nombramiento en una de tantas oficinas del Ministerio de Educación. Por la misma naturaleza del servicio, la mayoría del personal eran docentes graduados en especialidades de educación primaria urbana y rural y de educación medial. Por entonces las licenciaturas eran realmente escasas. Lo que verdaderamente se acreditaba era el desempeño de una carrera docente. La mayor parte de mis compañeros de trabajo eran personas con muchos años más que yo. De manera que el nombre de Ricardo Arjona me resulta muy familiar desde mediados de los años setenta, pues así se llamaba y se sigue llamando ese cordial y simpático profesional de la educación. Pasaron los años, dejé el Ministerio de Educación cuando en 1986 fue creado el Ministerio de Cultura y Deportes y Élmar René Rojas, ese magnífico artista que desde entonces me honra con su amistad me dio la oportunidad de desempeñarme en un puesto.
El año 1988 ha sido importante en mi vida por muy diversas razones. Entre ellas porque me desempeñé como responsable de la oficina de relaciones públicas y promoción cultural que le agregué, en el Consejo Nacional para la Protección de La Antigua Guatemala -CNPAG-, esa controvertida cuanto incomprendida y zarandeada entidad para la salvaguarda de lo que queda del magnífico acervo arquitectónico y demás de la que siempre denomino Mi Ilustre Ciudad Natal. Desde que las oficinas seubican en Capuchinas y ahí tuve mi oficina. Una tarde de fecha imprecisa soy avisado que una persona quiere hablar conmigo. Son tantas que pregunto qué desea y me dice la asistente que se trata de un joven que quiere pedir permiso para filmar un clip... De inmediato me pareció que el caso era algo especial. Era realmente extraño que alguien fuera a pedir algo así. De manera que me interesé en atederle y pdí que le hicieran pasar. Han de saber que ese joven delgado brazos largos, pelo..., desgarbado, lampiño...un etuche de guitarra, pelo con las mechas de la época tez clara, bra
Se sentó. Me dijo que su Papá se llamaba Ricardo Arjona y que él también, que le gustaba la música, quel era cantante y que deseaba hacer una la grabnación de un clip. Le dije que su Papájabíoa sido mi compañpero de trabajo, slavando las distancias de edades y especialidades, ya que yo era un principiante y su papá ya tenìa una carrera reconocida.
Me dijo que le gusgtaría hacerlo en las ruinas, que unas "chavas" iban a acompañarle y que era algo breve. Me preguntó qu´`e debía hacer y le dije que me parecía queera algo sencillo y que yo estaba de acuerdo. Me preguntó si tenía que pagar algo y le dije que no, Me reiteró su deseo por correpwsonder de alguna manera y le dije que estababueno que me regalara un concierto y me dijo que estaba bien que con mucho gusto. Que le avisara cuándo...
Un dia de esos, cuando casi tenía olvidado lo que habíamos conversado, la asistente entra un día presuroso a decirme que la enteen capuchinas está escandalizada porque en el segundo piso de las ruinas hay un peludo cantando, que hay una cámara para filmarle y que como parte de la escena hay unas mujeres medio desnudas que bailan y hacen uhnas muecas medio obscenas. Especialmente porque "cómo es posible que estén "así" en las ruinas de un antiguo convento...". Escuché, calmé a la persona y le dije que no se escandalizara. Que de ahí iba a pasar el asunto. Que se trataba de una actividad artística y que lo que hacían era filmar un clip. Esas pequeñas tomas en video para la promoción de ese joven cantante peludo que estaba ahí. Que nol tuvieran pena y que yo había dado la autorización y que no tuevieran pena...
Poco antes de finalizar el año dejé el Consejo para iniciarme en la Fujndación Paiz y aquel asunto pasó al olvido sin consecuencia alguna, hasta que un día recibo la visita no de un Riocardp somp de dosRiocardos Arjonas... Qu´ñe tal.. Nada menos que Padre e hijo. El Ricardo Papá, aquel que había sido micompañero de trabajo, y su hijo. Llegaba a pedirme si era posible que le pudiera dar dos cartas de recomendación:L una para la Embajada de Mñexico y otra para la Embajada de Venezuela. Le dije que con mucho gusto. Durqante la conversación le recordé que habíaos quedado en que me tenía pndiente un concierto yme dijo que sí, que no tuviera pena, que cuando quisiera. Sólo nos sonreímos y el temasedisolvióen no sé qué otros comentarios. Volví a ver a ese Ricardo hijo igual que unos dos o tres años atrás, sencillo, discreto, con su mirada siempre atenta. No sé si un día o dos días despuñes se llevaron las cartas y volví a quedarme sin sabver nada más, hasta que pasando el iempo ese ombreha llegado a ser tan pero tan famoso, qe no hay medio decomunicación que no nos diga con perioidicidad dónde anda elsimpre desgarbado

No hay comentarios: