domingo, 29 de marzo de 2009

UN NUEVO DÍA...?

Se agotan las horas. Vemos el reloj, con su avance implacable, y muchas veces traspasamos la media noche. Un nuevo día...? Como todo en la vida, sí y no... Por qué...? Porque según el cómputo del tiempo sí lo es, pero en el recuento de nuestra vida relativa, sencillamente no... No lo es. Y no lo es, en dos sentidos. El primero, porque pese a ignorar cuánto habremos de vivir, cada día que pasa es un día menos. Lo que no sabemos es cuál será el último. Basta ver en la vida de los demás, de quienes han concluido su existencia antes que nosotros, para saber que exactamente lo mismo nos va a ocurrir a nosotros. El segundo sentido, una apreciación muy personal: un nuevo día, por lo mismo que utilizamos el calificativo nuevo, debería implicar novedad, renovación... Pero también, no sólo si analizamos la vida de los demás sino la nuestra, advertiremos que por lo general con cada amanecer lo que nos ocurre es que sólo volvemos a una rutina, al agotamiento de otro día repitiendo lo que muchas veces ha sido muchos días lo mismo. No porque no esté de nuestra parte el ímpetu renovador y la búsqueda de la novedad, sino porque hay condiciones tan drásticas que no nos permite el ejercicio de nuestro albedrío para lograrlo. Y así, la rutina de los días y la rutina de los años...
Y habremos de renegar de ello? No. Sencillamente debemos partir de esa rígida realidad y revisar en cuánto sí podemos aprovechar cada día para revitalizarnos con una nueva oportunidad de vivir nuevas horas dignas del mayor beneficio.

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