Será el silencio de las mañanas extemporáneamente frías...? Será el bochorno de la tarde sosa...? Será el silencio de los atardeceres solitarios o las noches desapasionadas...? Serán las secuelas de tantos días de desesperanza, de tedio, de angustia colectiva...? Será el lastre de los años que pasan y pesan...? Qué será...? Serán los primeros síntomas del envejecimiento resignado siempre inaceptable...? De nada sirve ser realista ni poético. Lo real es incontrovertible y la poesía no cabe a la hora de las resignaciones. La suma de lo que me ocurre en este estado de plena conciencia y sensibilidad latente sólo tiene un nombre, que no es lamentación por lo que pudo ser y no fue, ni es claudicación ante lo imposible. Se llama sencillamente nostalgia. Mejor dicho nostalgias..., porque este estado de ánimo no es un asunto concreto y connotativo. Nostalgias... quiere decir algo más, algo más descriptivo y más complejo: es una abigarrada síntesis de lo ambiguo, lo inconsútil, lo desbordante, lo lánguido, lo supuesto, lo aparente, lo íntimo, lo inquietante, lo desconsolador ante todo cuanto ocurre, y por lo mismo nos causa esa desazón, esa pena, esa zozobra, esa insatisfacción por lo que uno quisiera que fuera de cierta manera pero no lo es..., y entonces sólo nos habitan las nostalgias...
Y entonces, por ejemplo para aquellos que algo sabemos de literatura, se nos vienen expresiones que dicen lo que en nuestro ser semejan. O versos como los llevados y traídos de Don Juan Manuel, escritos en los iniciales tiempos de la poesía hispánica: "...cualquiera tiempo pasado fue mejor...". Nostalgias de vivir en condiciones que hubiéramos querido fueran de otro modo. Nostalgias de estar con otra gente, en otro tiempo y lugar... Haciendo otras cosas, sintiendo de otra manera, pensando con luz en el pensamiento y no con esta bruma que desconsuela y no ve el porvenir que merecemos...
No es pesimismo ni frustración. Son nostalgias... ¿Y pasan, alguna vez, en el ánimo, o más bien en el desánimo...? Sí y no... A veces... O nunca... Depende qué hagamos con ellas. Depende qué capacidad tengamos para sobrellevarlas o rebasarlas con nuevos ímpetus de vida...
Creo que el manejo de las nostaalgia es cuestión de edad y de conciencia... Un joven no sufre de nostalgias... Tiene evocaciones tristes, quizá; lamentaciones, inconformidades o pesadumbres ante lo que les resulte frustrante. Pero nostalgias, creo que no... Yo he sido joven y por ello doy mi propio testimonio. Las nostalgias tienen que ver con la profunda resignación de lo que fue y nunca podrá ser de nuevo, nunca más. Aquello que nos causó gozo y plenitud, y quisiéramos con todas nuestras fuerzas que se prolongara y se renovara, a sabiendas que es una ansiedad infructuosa. Las nostalgias vienen con el paso del tiempo...
Ahora bien... ¿Por qué estoy así...? Por qué me siento así...? ¿Por qué casi me resigno a estar así, aunque espero un nuevo amanecer de ilusión y propósitos renovadores? Porque creo que las nostalgias ocurren cuando se cancelan etapas de nuestra vida y hay una resignación por lo que nunca volverá a ser y toda experiencia dichosa sólo se queda en eso, en nuestra memoria y en nuestra languidez espirutual: en nostalgias... Tengo plena conciencia, repito, de mi conciencia plena y mis capacidades intelectivas intactas. Y en ellas hay futuro. Creo que un gran futuro. Pero hay aspectos de mi vida que ya no podrán ser como fueron. Ni físicamente, ni emocionalmente, ni metabólicamente, ni actitudinalmente, ni pasionalmente... En las esencias uno sigue siendo como es, como uno quiso ser y quiere seguir siendo, y ahí hay todo un camino de perfección, en el mejor de los casos, aunque uno nunca llegue a la perfección... Estamos claros que lo trascendental está en el proceso y no en los resultados finales... El final ya sabemos cuál es: muerte, finitud, trascendencia relativa y olvido... Así que sólo nos queda aferrarnos al presente, intensamente, hasta la extenuación, porque todo lo que es, ya fue, y todo lo que no pudo ser, nunca será... No es juego de palabras... Es el envés de la historia...
A estas alturas de la vida, creo también que la nostalgia es, sencillamente, cosa de viejos... No porque nos sintamos viejos, sino porque se dan con el correr de los años, siempre que haya densidad de vida, necesariamente. Dichosos de nosotros si así nos ocurre... Porque nadie negará que muchos seres humanos se han pasado la vida sosamente, en un letargo casi fisiológico... La nostalgia tiene que ver con el cúmulo de la edad. No con el cúmulo de vivencias. Porque las nostalgias son la imposibilidad de reiterar lo que fue dichoso, feliz, grato en la multiplicidad de las vivencias...
Lo que fue, ya fue y nunca más será... ¿Y el futuro...? Qué esperamos del futuro? A mayor edad, menos tiempo de vida, y ese tiempo impredecible, con mayor incertidumbre... Por eso es que nos habitan las nostalgias... Porque recurrimos a compensaciones ilusorias para llenar y sobrellevar el vacío de los dias presentes; es una recurrencia de desesperado salvataje remitiéndonos a lo que alguna vez fue en nuestra vida de dichoso, feliz, grato, conscientes que todo ello, así, nunca volverá a ser... ¿Y qué ocasiona mis nostalgias...? Aunque sus incidencias en mi ser sean tan lacerantes, creo al final de cuentas que es algo muy sencillo: ante la falta de emociones, ante la la falta de renovación de propósitos, por un extraño vuelco de la psique, recurro al recuerdo de experiencias pasadas que me resultaron dichosas, en un simple afán compensatorio y de gratificación ideal... No es pesimismo... Es lo que nos queda resignadamente ante lo que son puras añoranzas... Pero me gusta más decir nostalgias... Este vocablo me hace pensar y sentir que digo algo más que puras añoranzas...
...
A medida que he escrito ha ido cayendo la tarde... Las horas solares se fueron con su luz rutilante. Y ahora, al ver el cielo al través de la ventana de la sala donde me encuentro, apenas queda una luminosidad grisásea que anticipa la nocturnidad con todas sus incertidumbres. Sé que las nostalgias, así como se cuelan por las rendijas de la desazón y nos abaten, de igual manera se esfuman en contraste con impulsos de motivación e instancias venturosas... Así que durante estos minutos que se me han ido en una confesión necesaria, necesaria como catarsis, sé que me he ayudado a agotar, a sacudir, a escurrir estas nostalgias de ahora, si bien sé que por cuestiones de la edad, como decía, y por recurrencia hacia los felices tiempos idos, otro día volveré a sentir y pensar algo similar... Quizás leer este testimonio catártico de hoy pueda servirme de algo... Quizás no... Y si no es a mí, quizás a alguien más le sirvan... Ojalá...
sábado, 28 de marzo de 2009
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