martes, 14 de abril de 2009

EL GOZO POR LA MÚSICA...

Esta tarde que iba camino de la Universidad pasé por la Plaza Mayor y advertí que estaba avanzado el montaje de unas estructuras que invariablemente anticipan un espectáculo artístico. Una tarima de considerable amplitud con su correspondiente toldo protector, una especie de pabellón a manera de camerino, torres con bocinas... Por supuesto, las calles bloqueadas y el paso lento de los vehículos. Pregunté a una mujer policía que intentaba ordenar el flujo del tránsito para qué los preparativos y me dijo que a las siete de la noche iba a presentarse La Banda Vega... Me causó un verdadera sorpresa tal información, porque no dejaba de estar consciente que me encontraba en el Martes de Pascua y con ello la profunda nostalgia por la recién finalizada temporada de evocaciones cristianas en el apogeo de la fe y las prácticas de tradiciones y costumbres tan arraigadas en nuestra población. Tratándose de música, vaya si no he vivido desde el Sábado de Gloria la mayor nostalgia que es posible experimentar ante la ausencia de esos largos recorridos procesionales escuchando el riquísimo repertorio de las marchas de invocación sacra... Y hoy, apenas dos días después del Domingo de Resurrección, un Concierto de la Banda Vega que, conociéndola como la conozco y presentándose en nuestra Plaza Mayor, no podía prometer más que un verdadero bullangón...
Me fui a la U, recibí mis clases y volví a eso de las nueve y media de la noche... Hago los cruces de calles que me corresponden habitualmente camino de mi casa y doy con la Plaza Mayor. Con la Plaza Mayor y el bullangón... Repentinamente caigo en la cuenta que ahí mismo está La Banda Vega en pleno concierto bailable... Me provoca un conflicto de gustos y ansiedades, sigo un par de cuadras buscando estacionamiento, me bajo del carro y allá voy, a ver qué veo. Porque de escuchar, desde muy lejos se perciben los ritmos y las voces tan características de este grupo.
En cinco minutos estoy formando parte de mucha gente. Gente joven. Que canta siguiendo las letras de las canciones y que baila en un apretujamiento que lejos de incomodar estimula. Por diferentes y comprensibles razones y sensaciones...
Después de mucho intentar pasar entre la multitud quedo frente a las bocinas laterales y casi grito o salgo huyendo despavorido ante la agresividad del volumen. Me sorprende reconocer a mucha gente frente a las mismísimas bocinas, impasibles. Sin incomodidad alguna ante el tremendo volumen, como en una actitud receptiva normal y a gusto escuchando aquel escándolo en sus mismísimas orejas...
No he podido estar más que unos dies minutos...

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