Así lo dicen los mismos colombianos: Cartagena de Indias es el principal destino turístico del país. Y no sólo tienen razón, sino que dedican ingentes esfuerzos por corresponder a las expectativas de quienes decidimos venir a disfrutar lo que ofrecen. La realidad que he podido descubrir en las pocas horas de este primer día de viaje, es una revelación que me ha impresionado y ha sabido cautivarme mucho más de lo que me imaginé... Qué puede pensar uno de encontrarse con un complejo urbano de casi cinco siglos, en que todo ha sido evolución y desarrollo, pero ese proceso ha sido expansivo y no pérdida del enriquecimiento que cada etapa ha brindado a la ciudad, a tal punto que ahora hay al menos tres sectores muy bien diferenciados: el centro histórico, Bocagrande y Mamonal. Es decir, en su orden, la ciudad amurallada que data del Siglo XVI, el área hotelera y la amplitud para la habitación de los cartageneros. Qué pensar de encontrarse con una población local calculada en unos ochocientos mil habitantes y una población flotante también calculada en promedio en unos cuatrocientos mil anuales...
En cuanto a mí, dichoso de haber pasado mi primera jornada en contacto con el testimonio arquitectónico de tiempos lejanos, acogedor en la diversidad de servicios que ofrece al turista, con sus museos, sus galerías de arte, sus restaurantes, plazas y jardines, iglesias, monumentos, tiendas de todo tipo y por sobre todo sus librerías con las novedades nacionales e internacionales. Además, con una población espontánea en su ejercicio vital, desde el que nos atiende como taxista, mesero o vendedor de helados y bebidas callejeras, hasta el personero institucional que siempre tiene una expresión dedicada y amable para atender cualquier requerimiento de orientación.
Me encuentro hospedado en Bocagrande. Apenas llegué al hotel esta mañana, luego de bajar del avión procedente de Bogotá. Fui preciso en pedir una habitación en el piso más alto, con vista al mar y a la ciudad antigua. Desde la amplia ventana donde me he asomado pude contemplar la grandeza del horizonte, dividido en dos: a la izquierda el litoral marítimo con la prolongación de playas de suaves oleajes y el malecón que corre a dos vías para el transporte.
jueves, 29 de enero de 2009
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