viernes, 16 de enero de 2009

EN EL ESPEJO DE LOS DEMÁS...

Si algo define al ser humano de manera esencial es su singularidad. Individuo, es decir in-dividuo, es lo que no está dividido o no se puede dividir. Y ninguno de nosotros puede decir que una parte de su ser haya estado o pueda estar alguna vez en otra parte. Los seres humanos somos históricamente seres sociales, por nuestra necesidad de sentir, engendrar y compartir juntos, por la conveniencia de protegernos y defendernos juntos de amenazas, pesares y adversidades comunes. La humanidad no hubiera podido sobrevivir si, más allá de su inteligencia y su capacidad de audacia para lanzarse al abismo, no hubiera ejercitado asimismo su capacidad para asumir de manera colectiva lo que es inherente a cada individuo. El ser humano, a diferencia de todos los especímenes del reino animal, es el único que posee raciocinio y, paradójicamente al momento de nacer, el más indefenso de todos los seres vivos. Pese a la convivencia irrenunciable condición de

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