Un inusual despertar de madrugada me permitió percibir el curso del amanecer del día de hoy. El tiempo parecía no transcurrir en aquella negrura imperturbable y el silencio era total... Como una abrupta y grata sorpresa, en aquellos momentos de recogimiento tan profundo, las campanas de las iglesias comenzaron a sacudir la soledad, a cada hora, a partir de las cuatro de la mañana. Y luego de sonar las campanas volvía el silencio y la soledad... Pero de las cinco en adelante, también a cada hora, además de las campanas irrumpía un estruendo de cohetería. Era también una alborada inusual. La sorpresa de los estallidos nos llevaba a imaginar por qué rumbo de la ciudad se sumaba el alborozo de la madrugada. Por qué barrio..., con qué motivo... Pasaron las horas, y así como la luz avivó la naturaleza y el complejo constructivo del Valle de Panchoy, el canto de los pájaros también fue dejando sus trazos...
El santoral de la iglesia católica indica que esta es la fecha para celebrar a Pablo Ermitaño, Mauro y Fulgencio, así como otros tan santos como igualmente desconocidos personajes de la historia sacra. Pero en la fe y la tradición de los guatemaltecos, este es el día del Señor de Esquipulas. Una escultura de Cristo en la Cruz, debida a un artista casi mítico de finales del Siglo XVI, a quien hemos dado en llamar Quirio Cataño, aunque para los estudiosos la imprecisión de su origen y procedencia su nombre tiene más de una variante. No hay seguridades si es enteramente español, o portugues, o italiano... Así como se le dice Cataño, igualmente puede ser Cataneo o algo pare cido.
Pese a que los salvadoreños le atribuyen una obra que está con ellos, lo que sí es cierto, porque hay documentación al respecto, y quizá la única de la obra que se le conoce, El Señor de Esquipulas es una obra trabajada por Quirio Cataño hacia el año 1596, en su taller de Santiago de Guatemala, que subyace en lo que ahora se conoce muy turísticamente como La Antigua Guatemala.
jueves, 15 de enero de 2009
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